Primer Fallo:
Les daba la brasa a mis clientes de forma exagerada, explicando cualquier mínimo detalle de la normativa aplicable, y además les enviaba toda la información habida y por haber para que la guardaron o incluso la consultaran.
Creo que nunca los consultaron. Si tienen cualquier duda es más fácil, y además yo lo prefiero, llamarme por teléfono
Segundo fallo:
A la hora de evaluar los riesgos de cualquier tratamiento de datos Los niveles de riesgo los ponía por las nubes. De esta forma pensaba que así evitaría cualquier situación desagradable.
Pero no era así, simplemente complicaba muchísimo más las cosas.
Tercer Fallo:
Pensaba que los clientes contestaban mis correos o leían la información que les mandaba de forma regular y puntual.
Pero no era así, incluí un sistema de recordatorios por WhatsApp para que no se olvidara nada.
Bueno, pues a lo largo de estos años he aprendido la lección. No soy el ombligo del mundo, la inmensa mayoría de la gente no tratan los datos con fines delictivos y además no tienen para tiempo para leerse toda la documentación a su alcance: por eso me contratan, para que lo haga yo.
Lección aprendida. Un beso.
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